NUESTRO ESTUDIO

NUESTRAS MARCAS

SIGUE NUESTRO TRABAJO

Cielito Azul B&B

El proyecto se localiza en el poblado de Ajijic, Jalisco. Un lugar de descanso con uno de los climas más agradables del mundo, gracias a su cercanía al lago de Chapala y el cobijo que le brindan los cerros del norte.

En un terreno irregular de 11 metros de frente por 26 de fondo desarrollamos un pequeño hotel de 7 habitaciones, pensado como una mezcla entre casa y hotel, debido a que los propietarios vivirían en una habitación independiente a las demás durante los primeros años, y si al hotel le fuese bien, optarían por rentar también esa habitación, diseñada como una suite con acceso independiente, con su propia cocineta, sala y terraza.

Orientado al norte en su fachada hacia la calle empedrada, un árbol de Guamúchil viviendo casi en la esquina del terreno, de muchos años de edad, nos recibió atrapado entre muros de ladrillos en la primera vez que visitamos el predio. Decidimos en ese momento que nuestra misión era liberarlo.

A pesar de que los clientes pensaban que, debido a su estado olvidado e infestado de plaga, lo mejor era derribarlo, nosotros teníamos claro que ese Guamúchil estaba ahí antes que nosotros y debíamos conservarlo. Planteamos respetar un perímetro de 4 metros a su alrededor y el restante lo utilizamos para las cocheras o un local comercial a futuro. Al hotel se ingresa a través del Jardín donde ahora vive el árbol, cruzando un zaguán que hace alusión a la arquitectura popular Jalisciense.

Un pasillo de luz tenue nos distribuye hacia el área de habitaciones en la parte posterior del terreno, así como al interior del área social y la suite. Ésta idea aportada por mi ex socio Arq. Álvaro Beruben, fue clave para generar un flujo independiente de los huéspedes, respetando la privacidad de los aún habitantes y dueños del hotel.

Al centro del terreno habita un patio con piso de mármol veracruzano, guiño a una casa de música diseñada por un artista alemán vecino del predio. El patio como en la arquitectura árabe, que tanto influyó a Barragán, busca ser ese oasis de paz en todos proyectos.

Las habitaciones convergen en él, recibiendo la luz del sol en sus muros blancos que parece que se erosionan, mediante un escalonamiento de las terrazas que reciben los rayos del sur.

El árbol como doble anfitrión, te recibe al cruzar la banqueta, generando un parque de bolsillo -como lo llamó mi amigo Carlos Patrón- abierto a la ciudad, pero también al llegar a la azotea, esa tan importante para voltear a ver hacia el lago de Chapala, con un piso de barro tradicional de la zona, que le brinda esa calidez local al proyecto. El edificio es como un gran barco donde la terraza es la cubierta que se abre al azul del cielo, a los cerros y al lago.

El proyecto se localiza en el poblado de Ajijic, Jalisco. Un lugar de descanso con uno de los climas más agradables del mundo, gracias a su cercanía al lago de Chapala y el cobijo que le brindan los cerros del norte.

En un terreno irregular de 11 metros de frente por 26 de fondo desarrollamos un pequeño hotel de 7 habitaciones, pensado como una mezcla entre casa y hotel, debido a que los propietarios vivirían en una habitación independiente a las demás durante los primeros años, y si al hotel le fuese bien, optarían por rentar también esa habitación, diseñada como una suite con acceso independiente, con su propia cocineta, sala y terraza.

Orientado al norte en su fachada hacia la calle empedrada, un árbol de Guamúchil viviendo casi en la esquina del terreno, de muchos años de edad, nos recibió atrapado entre muros de ladrillos en la primera vez que visitamos el predio. Decidimos en ese momento que nuestra misión era liberarlo.

A pesar de que los clientes pensaban que, debido a su estado olvidado e infestado de plaga, lo mejor era derribarlo, nosotros teníamos claro que ese Guamúchil estaba ahí antes que nosotros y debíamos conservarlo. Planteamos respetar un perímetro de 4 metros a su alrededor y el restante lo utilizamos para las cocheras o un local comercial a futuro. Al hotel se ingresa a través del Jardín donde ahora vive el árbol, cruzando un zaguán que hace alusión a la arquitectura popular Jalisciense.

Un pasillo de luz tenue nos distribuye hacia el área de habitaciones en la parte posterior del terreno, así como al interior del área social y la suite. Ésta idea aportada por mi ex socio Arq. Álvaro Beruben, fue clave para generar un flujo independiente de los huéspedes, respetando la privacidad de los aún habitantes y dueños del hotel.

Al centro del terreno habita un patio con piso de mármol veracruzano, guiño a una casa de música diseñada por un artista alemán vecino del predio. El patio como en la arquitectura árabe, que tanto influyó a Barragán, busca ser ese oasis de paz en todos proyectos.

Las habitaciones convergen en él, recibiendo la luz del sol en sus muros blancos que parece que se erosionan, mediante un escalonamiento de las terrazas que reciben los rayos del sur.

El árbol como doble anfitrión, te recibe al cruzar la banqueta, generando un parque de bolsillo -como lo llamó mi amigo Carlos Patrón- abierto a la ciudad, pero también al llegar a la azotea, esa tan importante para voltear a ver hacia el lago de Chapala, con un piso de barro tradicional de la zona, que le brinda esa calidez local al proyecto. El edificio es como un gran barco donde la terraza es la cubierta que se abre al azul del cielo, a los cerros y al lago.

×